domingo, 25 de enero de 2009

CRUZADA CONTRA LA ENFERMEDAD

CADA VEZ HAY MÁS MÉDICOS EN ESPAÑA QUE SE LANZAN A LA "AVENTURA SOLIDARIA" EN PAÍSES DEL TERCER MUNDO

Las infinitas listas de espera y los servicios centralizados y saturados del sistema de sanidad pública español son motivo de frecuentes críticas por parte de múltiples sectores sociales. Pero nuestros centros de salud, hospitales, y servicios de atención primaria pueden considerarse un lujo en comparación con lo que nos podemos encontrar si damos un salto hacia otro continente. Colombia, los Territorios Palestinos, Somalia, Chechenia o la República Democrática del Congo son, según la Memoria Internacional 2007 de Médicos Sin Fronteras, los contextos más afectados por las crisis sanitarias, debido a las décadas de conflictos políticos que “siguen perpetuando todos los años el sufrimiento de las personas” y que provocan consecuencias dramáticas tales como “la falta de atención médica, desnutrición, brotes epidémicos y precariedad extrema”. Esta situación hace tambalear las conciencias de muchos y arroja a la aventura solidaria a unos pocos: se trata de médicos que aprovechan cualquier periodo vacacional o se escapan unos días de sus puestos de trabajo habituales para adentrarse en una expedición por los lugares más pobres del mundo, donde intentan paliar, en la medida que pueden, las crisis que encuentran a su paso. Estos médicos no cobran por el trabajo realizado, y en muchas ocasiones tienen que poner de su propio bolsillo para que los proyectos salgan adelante. Pilar Molia es una oftalmóloga aragonesa que suele hacer sus maletas una o dos veces al año, y que ya ha pasado por Mauritania, Mozambique, El Chad, Amazonas y Etiopía. La oftalmóloga se ha embarcado hace un año en el proyecto Ilumináfrica, una iniciativa que desarrolla junto con otros 48 médicos en El Chad, y cuyo objetivo es llevar materiales, asistencia y educación. Pilar aprovecha cualquier momento para trasladarse al Chad, ya que confiesa con ilusión que dicha actividad, además de servir de ayuda a otros, “le gusta muchísimo”. Sin embargo, las inclemencias meteorológicas le obligan a reservar sus viajes únicamente para los meses entre noviembre y febrero, “debido a las elevadas temperaturas, superiores a los 50 grados en verano y las épocas de lluvias torrenciales que anegan las carreteras y hacen imposible el acceso”. Pilar, como otros médicos que ponen en marcha proyectos similares, suelen reunirse con compañeros de diferentes hospitales de España y organizar expediciones periódicas, para lo cual sólo necesitan muchas ganas y apoyo institucional. La segunda condición suele ser la más difícil de conseguir ya que, según comenta la oftalmóloga, “las administraciones públicas suelen buscar proyectos consolidados para financiarlos”. Aún así, la mayoría de los médicos solidarios suelen alcanzar finalmente los apoyos necesarios. En el caso de Ilumináfrica, el proyecto cuenta con subvenciones de la Diputación General de Aragón, Acción Social Católica, y diversas Cajas con obras sociales. Esta ayuda es incluso mayor para el Programa Humanitario de Ayuda Médica al Pueblo Mauritano, que organizan los clubes rotarios de Arucas y Maspalomas en Gran Canaria, y que además del apoyo de diversas instituciones públicas y privadas, cuenta con una brigada del Ejército del Aire español, que transporta a los 26 médicos que viajan en las expediciones, así como el material sanitario y alimenticio que envían cada cierto tiempo.
En cambio, sí inciden los médicos en la escasez de recursos como fuente principal de la precariedad sanitaria y de las graves enfermedades que padecen los afectados. En opinión de Juan Jesús Suárez, rotario y coordinador de la expedición a Mauritania, “la mayor carencia está en la falta de recursos, ya que las infraestructuras son muy pobres”. El rotario cuenta cómo las expediciones que llegan a Nouadhibou, la capital económica de Mauritania, con 125.000 habitantes, suelen atender a unas 5.000 personas en un periodo de diez días, ya que allí la asistencia sanitaria es muy precaria y no todo el mundo tiene acceso. En el caso del Chad, el gran problema está en las enfermedades que necesitan de caras y complejas máquinas para ser sanadas, como sucede con el tracoma, “una afección ocular que se cura con colirio, pero que si no lo tienes acaba produciendo ceguera, además de unas molestias terribles”. Así lo cuenta Pilar Molia, quien asegura que en ese caso, la única solución es la cirujía de párpados, para lo que hace falta un material en muchas ocasiones inexistente. La pobreza, y por lo tanto el hambre es, en definitiva, el motor que activa esta espiral de sufrimiento y enfermedad. Más de 854 millones de personas viven desnutridas en el mundo, lo que causa más de la mitad de muertes en niños menores de cinco años, además de graves enfermedades en grupos de riesgo, según informa Acción Contra el Hambre. “La pobreza afecta igual en todos los sitios - opina la representante de Ilumináfrica-, lo único que cambia es que en unos sitios comen, como en el Amazonas, donde siempre hay pescado y fruta, y en otros como en África, sólo comen a temporadas”. Esta desnutrición puede provocar discapacidades, mayor propensión a contraer enfermedades e incluso escaso rendimiento intelectual, si se da desde los primeros años de vida. Todas estas razones motivan a médicos generales, cirujanos, odontólogos, neurólogos, endocrinos y enfermeros, entre otras especialidades, a ser partícipes de las penurias a las que están sometidos los habitantes de más de sesenta países en el mundo, con un objetivo claro: un futuro mejor. Sólo hay que ver el caso del proyecto mauritano, donde los médicos se implican de tal modo que hace unos años se trajeron a siete pacientes a España, quienes fueron hospedados en las propias casas de los médicos y en apartamentos sufragados por el club rotario. “Un chico de 28 años, arrasado por un camello, lisiado y apartado de la sociedad, fue trasladado a España donde fue intervenido en siete ocasiones; ahora puede andar”, comenta Juan Jesús Suárez. Estas pequeñas satisfacciones son las que les impulsan para seguir adelante.

PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN: UNA LABOR PENDIENTE

Gran parte del esfuerzo que realizan las asociaciones que asisten a países pobres tiene que ver no sólo con el tratamiento, sino con la prevención. La asociación malagueña Andagoya, formada por unos 300 miembros que desarrollan proyectos de ayuda en la región colombiana del Chocó, focaliza gran parte de sus esfuerzos en la medicina preventiva, ya que en opinión de su presidenta, María Martínez, “un alto índice de enfermedades respiratorias y gastrointestinales están provocadas por la mala ingesta de agua y alimentos no convenientemente cocinados”. Por ello, es fundamental enseñar a los habitantes de estos pueblos cómo deben nutrirse, así como realizar labores de depuración del agua contaminada, causante del 80 por ciento de afecciones en países en vías de desarrollo, según Acción Contra el Hambre. Andagoya, organización que desarrolla labores sanitarias dentro de un proyecto integral en el que también se encargan de la mejora de infraestructuras y envío de materiales y medicamentos de bajo coste, considera fundamental el apoyo a la educación. Una educación que no encuentra su punto débil en la labor humana que allí se desarrolla, ya que los médicos españoles suelen encontrarse personal con una disponibilidad absoluta. En el caso de Colombia, se cuenta con gran colaboración de los médicos autóctonos, que según María Martínez “están muy bien formados”. Sin embargo, por mucha capacidad humana existente, la presidenta de Andagoya insiste en que “no se puede educar a los niños en un colegio si no tienes bancos, si no tienes pizarras, si no tienes material didáctico”. Este último aspecto lo consideran un valor fundamental, por lo que desarrollan labores de educación sexual y reparto de material didáctico y preservativos, para evitar contagios de SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, una de las mayores lacras “en una sociedad donde las mujeres se cargan de hijos a una temprana edad”. Si se consigue educar a la población en cómo deben cuidarse, y a los médicos de la zona en cómo deben tratar a los pacientes, la situación mejorará sustancialmente. Así lo comenta Pilar Molía, cuyo proyecto pretende enseñar el procedimiento de trabajo que se sigue en los centros españoles, “para que en un periodo de 5 años puedan desarrollar ellos mismos las asistencias de forma autónoma”.

[Publicado en La Clave, nº 365, Abril de 2008]

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